Uruguay precisa más ciencia y mas tecnología: todos lo sabemos. Sin embargo, podemos hacer una constatación inesperada: en general el aparato productivo urbano del país no empuja ese desarrollo. Quien sí lo hace es el campo que inició, hace ya algunas décadas, una revolución silenciosa que tuvo como punta de lanza a los arroceros -Uruguay tiene el mejor rendimiento por hectárea de alta calidad a nivel mundial-.
Para el crecimiento del país en la últimna década fueron decisivas las mejoras ganaderas en genética, enb trazabilidad, en métodos de cría y engorde; la forestación que alimenta a las plantas de celulosa, el mejoramiuento en general de todos los cultivos, el incremento en calidad y cantidad de la producción lechera, todo esto realizado con la participaciópn activa del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).
Resalta por la rapidez de su implantación - que acompañó el meteórico aumento del precio de la tierra- la producción de soja con grandes capitales argentinos volcados en ella.
Más allá del peso en el PBI y en las exportaciones que tiene el sector agropecuario, todo indica que en los próximos años dinamizará la generación de conocimiento, agregando valor a su producción.
Es una falsa opción la de apostar al campo o a la innovación tecnológica: el agro es el sector mas demandante de investigacionesn adaptadas al país.
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